Villa Mölnlycke, situada en un pequeño pueblo del mismo nombre cerca de Gotemburgo, muestra que sí existen los refugios naturales cerca de grandes ciudades. La vivienda es propiedad de una familia de cuatro miembros y limita con un bosque en uno de sus lados. Desde otro de sus lados, y gracias a la elevación de la parcela, hay una excelente vista del pequeño lago cercano Långetjärn.

Las reuniones iniciales de obra se realizaron en una pequeña casa de verano que la familia había venido utilizando varios veranos y así conocer bien la zona.

Rápidamente se decidió que la nueva vivienda debía invadir el entorno natural lo menos posible. El gran desafío de la arquitecta Josefine Kastberg fue lograr el equilibrio entre la transparencia de la vivienda pero manteniendo la idea de espacio protegido de retiro.

Un simple cubo se abre en la zona posterior a través de dos niveles ocultos para los visitantes. Esto crea un espacio exterior totalmente privado que ofrece vistas exclusivas del lago y las puestas de sol. El tejado se ha cubierto de plantas permitiendo que la vivienda, con su fachada terminada en listones de madera verticales, se mezcle con los árboles de la zona trasera.

La planta en forma de V es el resultado de la búsqueda de líneas de visión específicas. Las correderas de gran formato diluyen las barreras entre interior y exterior. Permiten abrir la vivienda totalmente al exterior en días soleados o, en días fríos e invernales, disfrutar de la naturaleza desde el cálido interior.

Como si de un montaje fotográfico se tratase, las correderas enmarcan el paisaje y cambian el enfoque al puto destacado: las vistas sin obstáculos de la naturaleza.